“Sumisión”, de Michel Houellebecq

“Sumisión”, de Michel Houellebecq  

Por Walter F. Carnota

Una novela ocasionalmente puede servir de base para un comentario jurídico. Sin embargo, la celebrada “Sumisión”, de Michel Houellebecq, publicada precisamente en Francia cuando sucedieron los atentados de enero de este año, contiene ingredientes aptos para un análisis más allá del género literario estrictamente pasatista.-

El autor nos ubica en el escenario del año 2022. Ha transcurrido sin pena ni gloria otro mandato de Francois Hollande, y se avecinan las elecciones presidenciales correspondientes. Las fuerzas conservadoras tradicionales han quedado relegadas, y se han visto absorbidas por el Frente Nacional de Marine Le Pen. De pronto, la primera vuelta arroja como resultado la primacía de ésta, junto a la Hermandad Musulmana. El socialismo y la derecha clásica parecen encaminados en el ballotage a bloquear más a la candidata xenófoba que al más moderado de la Hermandad, Mohammed Ben-Abbas.-

Hasta allí el contexto político. El autor se convierte en un profesor de Literatura de la Sorbona, experto en Huysmans. Su vida transcurre en soledad, con relaciones amorosas episódicas, distanciado de sus padres que luego fallecen y sin mayores vínculos con el resto de la sociedad, más allá de sus cursos de los días miércoles. Queda retratada a la perfección la fugacidad de los encuentros sociales de la vida occidental contemporánea, la falta de lazos familiares o comunitarios, los intereses políticos y económicos nudos y descarnados.-

El autor, al borde del triunfo electoral islámico, deja París y va en búsqueda de algún sostén psicológico en el interior. Al retorno, se encuentra generosamente pensionado aún joven, fuera de la nueva “Universidad Islámica de la Sorbona”. Las alumnas cambian de atuendo, se empieza a admitir la poligamia y la Unión Europea empieza a mirar nuevos socios: Túnez, Marruecos, tal vez Egipto.-

De alguna manera, este escrito muestra acabadamente las tensiones a las que se halla sometido hoy el interior de la Quinta República, nada más que amplificadas y exageradas en tiempo futuro. La emergencia de movimientos “identitarios”, tanto nacionalistas como religiosos, pone en jaque a la prototípica alternancia de derechas y de izquierdas que signaron al siglo XX y lo que va del nuestro: De Gaulle, Pompidou, Giscard, Sarkozy, pero también Mitterand y Hollande. El nuevo gobierno islámico va tomando color, de la mano de un astuto político llamado -como se dijo- Ben Abbas, que es ungido nuevo presidente. Claro que la Hermandad Musulmana no encaja en el vetusto diagrama de partidos que ofrecía la Quinta República. Pero las variables demográficas en algún punto (como pasa con el voto latino en los Estados Unidos, con figuras como Marco Rubio o Julián Castro) comienzan a impactar en algún punto en la dimensión electoral.-

Aquí no se tratan sólo de una reconfiguración del bipartidismo, como ha acontecido en España luego de las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo de 2015. Hay por el contrario claros contrastes culturales: la tradición laicista francesa (que está incluso codificada constitucionalmente) con la presencia considerable de una población identificada con el Islam, aunque no con sus expresiones más violentas o radicalizadas.-

El autor también tiene su propio viraje. Encuentra su vida sin mayor sentido, pese a la comodidad económica de una pensión de más de tres mil euros y la herencia paterna. Hay, empero, una constante que es Huymans: a él le dedicó su tesis doctoral de más de 800 páginas, y un diccionario de neologismos. Una nueva oferta editorial es el vehículo sobre el cual el flamante régimen se va a montar para tratar de atraer al redil al díscolo profesor, que vuelve a la Sorbona, ya islamizada, con un generoso sueldo pagado por las petro-monarquías. Claro que el precio será la conversión al Islam, que el autor realiza.-

Las creencias en la bondad de la estricta separación entre Estado y la Iglesia, dogma francés desde la Revolución en adelante, más un nuevo sistema económico basado en la empresa familiar y en las cooperativas, dará a Francia una nueva impronta. Si bien todos estos escenarios son ficcionales, muestran a las claras la multiculturalidad de algunas sociedades europeas, y el impacto jurídico-político de esta data dura.-

El rector convocante se lo plantea con exactitud al docente convocado: la sumisión de la mujer al hombre, y del hombre a Dios. La perspectiva de género se ha invertido. Nuestro protagonista debe abjurar de la sociedad laica e igualitaria, para adherir en la mitad de su existencia a otro paradigma, que le dé significado a una vida aparentemente hasta allí sin sentido.-

Las enseñanzas que esta novela deja para el derecho son los límites precisamente del multiculturalismo abogado por el nuevo constitucionalismo. La Revolución francesa condujo a un Imperio (el napoléonico) a comienzos del s. XIX, más férreo aún que la anquilosada monarquía borbónica. Los excesos de la multiculturalidad pueden irrogar un teísmo distinto.-

El relato del autor nos ayuda a adentrarnos, pues, en los dilemas que enfrentan las democracias europeas contemporáneas, los problemas que trajo consigo la inmigración (y que siguen en la actualidad), la difícil construcción de identidades (nacionales, religiosas, político-partidarias) y la siempre difícil convivencia entre el texto constitucional (aquí, laicismo e igualdad) con las vigencias en el terreno de las conductas.-